Verdades y mentiras...

Verdades y mentiras sobre los motores que funcionan con gas:

El gas es muy peligroso y puede explotar: Este miedo es culpa de las películas americanas. He visto bombonas de butano en medio de un incendio sin explotar. Lógicamente, si llevamos más combustible, es potencialmente más peligroso, pero los sistemas de seguridad son muy fiables. El momento más crítico tal vez sea el repostaje, ya que es la única ocasión en la que interviene la mano del hombre (y ya sabemos cómo “las gastamos” a veces…). Aún veo gente llenando el depósito de gasolina en un autoservicio con un cigarro en la boca y la manguera en la mano. El riesgo de incendio es muy bajo y el de explosión, casi inexistente: no es superior al de un depósito de gasolina. De hecho, paradójicamente, el mayor peligro de explosión se tiene con el depósito de gasolina vacío, ya que los vapores de este combustible son muy explosivos, mucho más que la propia gasolina líquida.

Los coches de gas tienen menos autonomía: Mucha gente es reticente a instalar el circuito de gas, ya que cree que, al haber pocas “gas-lineras”, puede no encontrar a mano un surtidor donde repostar. Como decía antes, los coches de gas siguen conservando el sistema de alimentación de gasolina, por lo que la autonomía es mucho mayor al contar con dos depósitos. Si no hay gas, siempre podrás repostar gasolina.
Los coches de gas pierden potencia: Esto es cierto. Se dan dos circunstancias: la primera de ellas es que el motor de gasolina está diseñado para quemar este carburante, por lo que su rendimiento óptimo es con ese combustible. El segundo motivo es que el poder energético del gas es algo menor que el de la gasolina. Esto hace que existan pérdidas de rendimiento que suelen estar entre el 1% y el 5%. Curiosamente, las mecánicas sobrealimentadas son las que menos pérdidas de potencia padecen al funcionar con gas. En cualquier caso, es menor que la diferencia de potencia que notamos cuando conectamos el aire acondicionado.

Los coches de gas consumen más: También es cierto; el motivo es el mismo que el señalado anteriormente por la pérdida de rendimiento. En cualquier caso, el aumento de consumo es de sólo un 5% o un 7%, mientras que la diferencia de precio entre los combustibles es de más del 40%… Sigue siendo más económico el gas. Los coches de gas no pueden aparcar en parkings públicos: Esto era así hace tiempo, ya que los sistemas de alimentación no eran tan precisos como ahora. Esto provocaba que por el tubo de escape saliese parte del gas sin quemar (seguro que alguna vez has notado olor a butano detrás de un taxi viejo). Al ser un gas pesado, ese butano se quedaba en la parte baja de los garajes y, si circulaban muchos coches a gas por el parking, la concentración de este elemento podía ser peligrosa. Los actuales sistemas de alimentación son ultra-eficientes y la probabilidad de emitir gas sin quemar por el escape es casi inexistente. Además, los parkings cuentan con modernos sistemas de detección de gases, así que… Este mito ya no es tal.

Los coches de gas son más peligrosos en caso de accidente: Las instalaciones modernas no se parecen en nada a los antiguos taxis (siempre pongo este ejemplo porque en España eran los únicos coches que se veían funcionar con gas). Los depósitos modernos son mucho más seguros y van colocados en zonas bastante protegidas en caso de impacto. Por desgracia, nuestro cráneo, tórax y cadera son mucho más susceptibles de sufrir una fractura que el depósito de gas. Los coches de gas se quedan sin maletero: los de GLP sólo pierden el hueco de la rueda de repuesto; el volumen de carga es prácticamente el mismo.

Apenas hay gasolineras en las que repostar: Esto era cierto debido a la legislación española, que hasta 2003 limitó la proliferación de coches a gas (y, si no había demanda, las petroleras no tenían por qué poner surtidores de gas). En los últimos se han ido incrementando el número de estaciones de servicio, contando para este 2017 más de 500 estaciones, y ese número sigue en aumento...!